"No temas ni desmayes" le has dicho a Josué antes de cada batalla.
Hoy, Dios mío, me doy cuenta que conmigo y todos los que te buscan de corazón, haces lo mismo.
Antes de cada batalla estuviste ahí, guíandome; contándome el futuro y dándome instrucción.
Pero yo no te escuché. Leía, veía, oía pero no entendía.
Hoy conozco quién eres y como actúas: Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.
Eres fiel y verdadero. Todo lo que sale de tu boca en verdad es puro. Nada hay oculto de ti. Ninguna de las cosas que han de acontecernos están ocultas o es "un misterio". Todo lo dices por adelantado, todo lo cuentas en tu palabra; lo que ha de pasar, lo que no, como hay que actuar.
Somos siempre nosotros los que cerramos en incredulidad nuestros ojos y oídos. Pero todas las respuestas están en ti.
Tú no te niegas a la verdad, ni a la ciencia, ni a la revelación.
Gracias Dios por tu inagotable paciencia y verdad.
Ayúdanos a escucharte y a obedecerte, a creerte, a amarte...
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